Después del parón por la alarma sanitaria, volvemos este año al bullicio y al ambiente festivo. No parece que éste periodo haya provocado cambios profundos, pero sí creemos que ha servido para extender una visión más amplia acerca de la evolución del alarde.
Los cambios más importantes se están produciendo en cada persona. El tema del alarde despierta un conflicto entre la voluntad de avanzar y las heridas del pasado. Todavía nos da miedo dar pasos, miedo a que nos dé la espalda la gente que nos rodea.
Afortunadamente, van desapareciendo esas muestras de desprecio y se va creando un ambiente donde predominan las posturas posibilitadoras. El surgimiento, en los últimos años, de grupos nuevos y nuevas propuestas es buen ejemplo de ello.
En Abotsanitz pensamos que se deben tender puentes para que un pueblo dividido y agotado pueda seguir adelante. La palabra ha sido y es la herramienta básica del proceso que iniciamos hace años intentando superar el dolor sin buscar culpables.
En este período hemos seguido trabajando en nuestra línea, reuniéndonos con el máximo de gente posible. Podemos decir que predomina el mismo objetivo básico: la participación amplia de la mujer en un único alarde. En este empeño todas y todos somos necesarios. Desde diversos orígenes y con diferentes propuestas, somos capaces de llegar a un proceso consensuado.
También en el Ayuntamiento seguimos trabajando en esa dirección, buscando acuerdos; porque el pueblo merece representantes municipales realmente comprometidos y, desgraciadamente, en este conflicto, los políticos no han estado a la altura de la ciudadanía. Esta situación no puede prolongarse. A nuestra descendencia tenemos que heredarles unas fiestas alegres, sin desunión, sin insultos ni desprecios, una herencia en forma de patrimonio vivo y fuerte.
Por todo lo dicho, hacemos un llamamiento a la ciudadanía hondarribitarra, a los partidos políticos y a quienes tienen que ver con la celebración del Alarde que prioricemos el objetivo común.
¡Un futuro de igualdad y fraternidad nos espera!
Gora Hondarribia!